martes, 24 de septiembre de 2013

CUIDADO DE ESCAPES

    En ocasiones, el conductor o propietario de un vehículo no es consciente de los problemas que puede acarrear un escape o un catalizador en mal estado. 

    Desde el punto de vista de la seguridad de los ocupantes del vehículo, un escape suelto puede caer, provocando un efecto de palanca, que catapultaría el auto hacia arriba.

    También engendra un riesgo de accidente ya que la línea completa de escape cuelga debajo del vehículo. Una rotura en una brida, en un soporte, en las gomas de las que cuelga, provocaría la pérdida de las partes del mismo en carretera. 

    No llevar escapes en buen estado también puede ocasionar daños en el vehículo. Si los tubos están partidos o doblados pueden acercar las zonas calientes a los bajos del vehículo, provocando incendios en las protecciones inferiores de plástico o resina. 
    Los tubos de escape fallan principalmente por efecto de la corrosión o por roturas. La corrosión interna se debe a la condensación de los gases de escape cuando el motor del vehículo se para y se enfría.

    El conductor notará igualmente una falta de potencia debida a que el interior de un silencioso deteriorado puede taponar la salida de los gases de escape así como ruidos molestos provocados por vibraciones debido a los soportes dañados (gomas, tornillos, muelles, abrazaderas). 

    Asimismo, circular con un catalizador en malas condiciones puede ocasionar una serie de peligros y trastornos que a la larga resultan muy perjudiciales para el usuario del vehículo. Así pues, el conductor se enfrenta a posibles peligros de incendio.

    Las roturas de tubos en la bajada del colector y antes del cuerpo del catalizador suelen provocar salidas de llamas, llegando a incendiar cualquier elemento inflamable bajo el vehículo como hierba, bolsas de plástico, fibra del propio coche, etc.

    La sonda, elemento de medición que regula el funcionamiento correcto del vehículo, también es un elemento fundamental en la vida del catalizador. Su deterioro puede fundir el monolito cerámico de un catalizador. 

    Cuando un catalizador no funciona debidamente, se emiten a la atmósfera toda una serie de productos peligrosos e invisibles. Desde el punto de vista del medio ambiente, un catalizador en mal estado propicia la contaminación al no depurar los gases tóxicos y pudiendo provocar asfixias e intoxicaciones en lugares cerrados como garajes o talleres. 
    No solamente existe un riesgo de dañar el vehículo, porque al estar taponado la salida de gases, aumenta la presión en el escape, llegando a provocar escapes reventados y daños en el motor, sino que también acorta la vida de los escapes por no depurar los humos tóxicos que incrementan el nivel de ácido (sulfúrico, nítrico,…), ocasionando la corrosión prematura del escape. 

    Si, por otro lado, el catalizador ya comienza a dar señas de mal funcionamiento, las medidas a tomar dependerán de los “síntomas”. Un exceso de hollín negro en el escape o un exceso de humo negro cuando el auto está en marcha, delatará un problema de exceso de combustible y posibles daños en el catalizador. 

    En resumen, es importante no olvidar pasar con su vehículo las revisiones periódicas correspondientes para evitar fallos de encendido o de combustión que puedan dañar al catalizador.

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